En un Chile con diferencias, desconfianzas y complejos desafíos, el diálogo surge como un faro de esperanza. Más que un intercambio de ideas es una herramienta para desenredar conflictos, construir puentes y fortalecer comunidades. Sin embargo, facilitar conversaciones que realmente transformen requiere algo más que buenas intenciones: demanda habilidades específicas, práctica constante y un profundo compromiso con la escucha activa y la empatía.

Con esta premisa, el Centro Nansen para la Paz y el Diálogo organizó dos talleres avanzados en Santiago y Temuco. Durante cuatro días intensos, 35 participantes de distintos sectores de la sociedad, después de un riguroso proceso de selección, respondieron la invitación a aprender y practicar herramientas esenciales para facilitar diálogos comunitarios. No sólo adquirieron conocimientos técnicos, sino que también exploraron cómo navegar conversaciones cargadas de emociones y complejidad, abordando temas como inclusión, violencia de género, paridad, eutanasia y educación.

Estos talleres, posibles gracias a la colaboración de la Pontificia Universidad Católica de Chile en Santiago y de siete universidades de La Araucanía, Universidad Santo Tomás, Universidad Católica de Temuco, Universidad de la Frontera, Universidad Mayor, Universidad Arturo Prat (sede Victoria), Universidad Autónoma de Chile y Pontificia Universidad Católica (sede Villarrica), representaron un esfuerzo conjunto para fomentar el diálogo como herramienta transformadora.

A lo largo de los cuatro días de trabajo, los participantes exploraron cómo facilitar diálogos en escenarios desafiantes y mantener conversaciones abiertas sobre temas complejos. Estos espacios no sólo fortalecieron habilidades técnicas, sino también permitieron reflexionar sobre el poder del diálogo para transformar realidades y fomentar la cohesión social.

“Los diálogos comunitarios son para mí una manera de crear una sociedad más inclusiva y una comunidad más democrática. La facilitación de diálogos es un rol práctico. Cuando estás facilitando, nunca sabes cómo va a salir ni quiénes estarán presentes, y por eso es esencial practicarlo”, destacó Christiane Seehausen, facilitadora del Centro Nansen y creadora de esta metodología, además de autora del manual de diálogo del centro.

El diálogo, según el Centro Nansen, es una forma de comunicación donde las personas pueden exponer la complejidad de sus respectivas realidades. A diferencia de la negociación, más que llegar a acuerdos, se trata de entender y reconocer las perspectivas de los demás.

En el núcleo de la metodología de estos talleres se encuentra la escucha activa y la formulación de preguntas que invitan a explorar más allá de la superficie, fomentando una comprensión profunda que transforma tanto a individuos como a comunidades.

Un proceso transformador

Para Ana Luz Higuera, directora de la carrera de Trabajo Social de la Universidad Autónoma de Chile, el taller fue “un proceso transformador en lo personal y social” que creó una comunidad de aprendizaje profundamente significativa. Destacó, además, el desafío inherente al rol del facilitador: “El rol de facilitación implica una enorme responsabilidad. Hay mucho que aprender todavía, pero todos los que estamos aquí tenemos un gran potencial, principalmente porque compartimos un profundo amor por la humanidad”.

Cristián Sepúlveda, jefe de la Macrozona Sur de la Comunidad de Organizaciones Solidarias, subrayó la versatilidad de las herramientas adquiridas: “Esto es un arte, porque no hay una receta exacta para cada situación. Puedes implementarlas en cualquier contexto: en tu familia, tu trabajo, tu comunidad. Todo comienza con pequeños pasos”.

Por su parte, María del Pilar Cerdeña, asesora de la Pastoral UC, encontró en los talleres un motivo para la esperanza: “Después de esta experiencia me quedo con la certeza de que es posible encontrarnos entre diferentes, compartir nuestras historias y escucharnos para construir confianza. Este es un camino hermoso y esperanzador hacia una humanidad común”.

“Estos esfuerzos demuestran el enorme interés por aprender estas habilidades de diálogo”, asegura Alfredo Zamudio, director de la misión en Chile del Centro Nansen. “No hay que creerles a quienes dicen que Chile no quiere dialogar. Nuestro país desea encontrar soluciones reales a los problemas cotidianos. Estos talleres son un recordatorio de que el diálogo es un camino posible, y todos podemos aprender a recorrerlo. El diálogo fortalece a la democracia, para que sea más resiliente”, concluye Alfredo Zamudio.