Mikaela Córdova, estudiante de Psicología UCT se prepara para llevar su compromiso social más allá de las aulas para marcar la diferencia en el bienestar comunitario.
Oriunda de San Bernardo, Mikaela Córdova Sepúlveda llega a la comunidad universitaria en el año 2021, saliendo de la virtualidad a la realidad de los campus de la Universidad Católica de Temuco (UCT) para poder explorar y aprender sobre la importancia de la Salud Mental.
Su trayectoria es un claro ejemplo de cómo la educación superior puede convertirse en un catalizador de cambio social, transformando aspiraciones individuales en iniciativas que impactan positivamente a la comunidad.
Desde sus primeros años en la universidad, Mikaela comprendió que el aprendizaje no se limita a las aulas, sino que se nutre de experiencias en terreno del contacto con las personas y de la capacidad de generar cambios reales en su entorno.
Actualmente, como estudiante de quinto año, ha marcado su paso por la UCT como una clave para fortalecer su vocación de servicio, proporcionándole no solo herramientas académicas, sino también la confianza para liderar proyectos con impacto social.
Convicción
Mikaela ha desarrollado una proyección única sobre el servicio social, donde su objetivo principal está en la creación de una fundación que aborde el bienestar de las personas desde una perspectiva holística e integral de la salud.
“Quiero usar los conocimientos adquiridos en esta universidad y región, para continuar con los voluntariados”, afirma con determinación.
El voluntariado ha sido su motor desde el inicio de su formación universitaria, ya que considera que ayudar a otros es una forma de crecimiento personal, una oportunidad para poner en práctica lo aprendido y, sobre todo, una manera de devolver a la comunidad todo lo que ella ha recibido.
En sus palabras, el amor al voluntariado ha sido una herencia genética de su familia, con la que con “cada experiencia, he podido comprender mejor las necesidades de las personas y reafirmar mi compromiso con el bienestar social”.
Su compromiso va más allá de las fronteras locales, manteniendo una mirada abierta al mundo con la aspiración de seguir aprendiendo de diversas regiones e incluso de otros países. Esta mentalidad global refleja su convicción de que el conocimiento no tiene límites y que la transformación social requiere una perspectiva amplia y diversa.
Durante su trayectoria universitaria, Mikaela ha descubierto que la educación es mucho más que la adquisición de conocimientos teóricos, considerándolo como un proceso de crecimiento personal y comunitario que involucra empatía, compromiso y la capacidad de ver más allá de las fronteras inmediatas.
La experiencia comunitaria de Mikaela le ha enseñado una lección fundamental: el verdadero impacto social se mide en momentos pequeños pero significativos. En esta misma línea, mantiene que “muchas veces uno cree que lo que está haciendo no tiene un gran impacto, hasta que escucha a las personas comentar sobre cómo una actividad fue de ayuda”.
Para ella, la soledad de ser foránea se ha transformado en una oportunidad de crecimiento personal, valorando esos momentos de reflexión, entendiendo que no siempre son negativos, sino instancias propicias para pensar y aprender.
Ayün
En este sentido y, con la mirada puesta en ser un aporte para la comunidad, la voluntad de Mikaela por mantener un vínculo con la sociedad, la ha llevado a formar parte de una de las agrupaciones estudiantiles en la UCT.
Hablamos de la agrupación comunal Ayün, una agrupación universitaria que nace con un enfoque radicado en Salud y Bienestar, donde ha llevado la presidencia de su directiva a partir del mes abril del año pasado.
Su trabajo voluntario ha sido un camino de descubrimientos constantes con cada intervención, cada conversación, cada pequeña actividad se convierte en una oportunidad para tender puentes de comprensión. Ha comprobado que la verdadera conexión humana no depende del tiempo o la extensión de una charla, sino de la genuina intención de escuchar y comprender al otro.
Gracias a la formación recibida en la UCT, Mikaela ha podido fortalecer sus habilidades de liderazgo y trabajo en equipo, aspectos fundamentales para desarrollar su proyecto de impacto social, considerando que la educación superior tiene un rol clave en la preparación de profesionales con sentido social, capaces de generar cambios reales en sus comunidades.
Mikaela Córdova encarna el espíritu de una generación comprometida, que ve en la educación y el servicio social las herramientas fundamentales para construir un futuro más esperanzador, desde su propia casa de estudios. Su visión para el futuro es clara: seguir aprendiendo, conectando y contribuyendo a la construcción de una sociedad más inclusiva, saludable y comprometida con el bienestar colectivo, recordando que la vocación de servicio es el pilar de toda transformación social.