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Actualidad 03 enero 2024

Parque Nacional Conguillío: un Edén de especies nativas

Con más de 300 especies de flora nativa, el parque ubicado en La Araucanía, guardas secretos milenarios, que han ayudado a subsistir a su histórico bosque.

Araucarias, coihues y cipreses, son algunas de las especies de flora nativa que han recibido durante casi 30 años de carrera al Doctor en Ciencias Forestales, Mario Romero Mieres, al llegar al Parque Nacional Conguillío. Lugar que se ha convertido en uno de sus principales laboratorios de estudio y según sus palabras, en su segunda casa.

En sus más de sesenta mil hectáreas, el académico de la Facultad de Recursos Naturales, de la Universidad Católica de Temuco, ha logrado registrar, describir y estudiar más de 175 especies florales, de las cerca de 300 existentes en el monumento nacional. Las que recientemente publicó a través de un libro, en colaboración con Ediciones UCT.

Esta gigante área silvestre, se ubica al centro del Geoparque Kütralkura, y está registrado como uno de los parques más visitados del país. Acumulando más de 90 mil visitantes al año, quienes, desde diferentes partes de Chile y el mundo, llegan a La Araucanía, a explorar y aprender de sus trece senderos y atracciones naturales, únicas en el planeta.

Durante una de sus más recientes expediciones por el parque, el profesor Romero, observó, comentó y entregó datos históricos y científicos de decenas de variedades arbóreas, de las que destacó cuatro imperdibles y exclusivas de este bosque cordillerano.

Coihues Bonsái

Una de las principales atracciones del parque, es el Volcán Llaima, gigante de lava que, según datos entregados por el Sernageomin, posee uno de los cráteres con mayor actividad en Chile y Sudamérica.

El coloso de más de 3200 metros de altura, ha llegado a registrar alrededor de cincuenta erupciones en los últimos siglos. Las que han incrustado diferentes roqueríos de piedra volcánica alrededor del parque, destacando entre los más visitados el que se encuentra alrededor de la Laguna Arcoíris, espacio donde han logrado subsistir decenas de peculiares coihues.

Esta especie arbórea nativa es una de las con mayor prevalencia en el Conguillío, los que a pesar del complejo contexto de suelo, han llegado a enraizarse sobre masas de rocas, que algún día fueron lava del Llaima.

El profesor Romero, detalló el surgimiento de esta especie de singular forma, tamaño y estructura, explicando que, “la semilla de coihue, cuando llegó al lugar, germinó porque encontró un micro hábitat, propicio para que primero saque la raíz. Luego este este le dio el alimento y materia orgánica para poder emerger en un ambiente nutricionalmente restrictivo”.

“Es por esto que son árboles muy antiguos, pero que crecieron de manera muy lenta, menos de 1mm al año, resistiendo fuertes vientos en invierno y hasta el peso de la nieve. Son muy pequeños, por eso les decimos árboles bonsái, porque con más de 100 años de antigüedad, muchas veces no pasan los dos metros de altura”, explicó.

Bosques supra y subarbóreos

Romero destacó que algunas investigaciones en torno al parque, indican que la copa de los árboles podría poseer más riqueza floral que su base.

“Actualmente hay colegas que han comenzado a trepar árboles, haciendo el inventario de plantas en sus copas. Identificando la riqueza histórica que tienen los bosques antiguos, pero desde arriba. Los que poseen diferentes grupos funcionales, incluso es muy probable que haya árboles creciendo sobre otros”.

El académico indicó que a pesar de que estos fenómenos son tremendamente comunes, las plantas y especies “aéreas”, muchas veces no suelen sobrevivir y terminan cayendo, debido a la falta de biomasa y nutrientes propios, que debiese entregarles la tierra. Aun así, es un dato no menor, que puede observarse fácilmente desde abajo, o con ayuda de binoculares y cámaras fotográficas.

Este hecho da cuenta de los ciclos del bosque, el que posee especies en altura, sobre la tierra e incluso por debajo “los arboles van creciendo sobre otros árboles, aquí está el origen del bosque, donde se camina en el parque, probablemente hay troncos enterrados y descompuestos, que formaron parte del territorio ancestral”.

Heridas de guerra y caparazones

La estructura de los árboles endémicos y antiquísimos, no es regular, sino que varía en formas y tamaños. Respecto a esto, el académico resaltó las constantes masas circulares que poseen los troncos de los coihues y otras especies nativas, llamándoles “heridas de guerra”.

“Estos arbolitos han resistido distintos disturbios a lo largo de sus años, los que van desde los fuertes vientos, las ramas que caen, infección de organismos patógenos. Los que atacan y van provocando ciertos cambios en la madera”.

El parque constituye una de las reservas más grandes del país de uno de los árboles más representativos de la cultura ancestral y contemporánea de nuestro territorio, el Pewen. En concreto, el Conguillío posee la Reserva de la Biosfera Araucarias, registrando dentro de sus senderos a la Araucaria Madre. La que formalmente data de más de 1.800 años de existencia, alrededor de 50 metros de altura, y cerca de 2.20 metros de diámetro.

Si bien es cierto la edad de la Araucaria Madre formal es 1.800 años, el profesor afirma que “este árbol tiene más que eso, la lectura de su edad fue hasta dónde se leyeron los anillos de su tronco, fue una estimación. Pero la verdad es que estimamos que debe tener fácil más de 2.500 años, por su diámetro e historia.

Académicos, guías y guarda parques, según menciona el profesor, señalan haber registrado árboles más antiguos, “el lugar donde estos se encuentran sigue siendo un misterio, que tendrá que esperar hasta que sus textos e inventarios se publiquen. Más allá de esto, la Araucaria Madre es actualmente el gran ícono del parque”.