La Alumni UCT y estudiante autista, reflexiona sobre su trayectoria universitaria y el impacto de CERETI en su formación
Ingresar a la educación superior es un desafío en muchos sentidos. Para Katherine Moncada, Alumni de la Universidad Católica de Temuco (UCT), este camino estuvo marcado por grandes aprendizajes, momentos de autodescubrimiento y el valioso acompañamiento del Centro de Recursos Tecnológicos Inclusivos (CERETI) en su formación profesional.
Katherine, de 25 años, egresó de Tecnología Médica tras siete años de estudios en la UCT, donde recibió apoyo desde su ingreso a bachillerato en 2017. Sin embargo, su diagnóstico de autismo llegó mucho después. “Lo recibí hace un año. Ser autista y mujer es complicado porque no está estructuralmente definido cómo debería verse una persona autista mujer. Durante mucho tiempo se pensó que solo tenía TDAH”, comenta.
A pesar de no conocer su diagnóstico durante gran parte de su vida universitaria, Katherine siempre fue consciente de que enfrentaba desafíos que sus compañeros no experimentaban. “Me costaba relacionarme con las personas y necesitaba apoyo para estructurar mejor mis ideas al escribir. En CERETI encontré ayuda psicológica y académica, lo que hizo mi proceso universitario más llevadero”, explica.
Para Katherine, el impacto del CERETI no sólo radicó en el acompañamiento académico, sino también en la posibilidad de crear lazos con otros estudiantes en un entorno seguro y acogedor. “Nos dieron instancias para conocernos entre nosotros, para compartir más allá de nuestra carrera. No solo nos dejaron insertos en nuestra formación, sino que nos permitieron generar otros lazos con estudiantes de distintas áreas”, señala.
Además, el apoyo fonoaudiológico que recibió le permitió mejorar su comunicación. “No modulaba bien, hablaba muy rápido y la gente no me entendía. CERETI me ayudó a mejorar eso y a sentirme más segura en mi manera de expresarme”, agrega.
Su relación con el centro se remonta a los primeros años de su carrera, cuando el CERETI aún era una pequeña sala en la universidad. “Recuerdo que era un espacio muy familiar. Siempre estaban pendientes de nosotros y era un lugar donde podías ir a refugiarte si el ambiente exterior se volvía demasiado estresante”, recuerda.
A lo largo de los años, Katherine ha visto avances en la inclusión dentro de la UCT, especialmente en la capacitación de docentes. “CERETI ha trabajado mucho en sensibilizar a los profesores, en mostrarles que una discapacidad o una condición no es un impedimento para ser un profesional”, destaca.
Sin embargo, cree que aún hay áreas por mejorar, especialmente en la disponibilidad de espacios de descanso dentro de la universidad. “Los espacios tranquilos y de estudio han sido fundamentales para mí. Ojalá se mantengan y se sigan promoviendo, porque son necesarios para muchos estudiantes”, sugiere.
Ahora que está próxima a insertarse en el mundo laboral, Katherine tiene claros sus objetivos. “Quiero encontrar trabajo, seguir adaptando estrategias para relacionarme con los demás y, sobre todo, ser un aporte. Si puedo generar un cambio o un impacto positivo en mi equipo de trabajo, voy a ser feliz”, afirma.
Para quienes están a punto de ingresar a la universidad, su consejo es claro: “No se queden solo con la formación académica, exploren todo lo que la universidad les ofrece. La UCT tiene tutorías, acompañamiento psicológico, espacios de recreación. Todo eso hace que la vida universitaria sea más llevadera y enriquecedora”.
Katherine es un ejemplo de resiliencia, aprendizaje y crecimiento. Su historia refleja la importancia de contar con redes de apoyo dentro de la universidad y cómo la inclusión y el acompañamiento pueden marcar una diferencia en la formación de futuros profesionales.