Cada estudiante que ingresa a la universidad lleva consigo sus sueños, expectativas y una historia de vida que le permitirán enfrentarse a los nuevos desafíos académicos, sin embargo para algunos no existen sólo dichos desafíos, sino también a nivel personal y social, ya que durante su trayectoria escolar se han visto enfrentados a diversas barreras, tanto físicas como actitudinales, que han significado un esfuerzo extra y una constante superación de situaciones que para muchos pueden ser insignificantes, pero que para una persona con discapacidad puede convertirse simplemente en un gran obstáculo que superar.
Para una persona con discapacidad muchas veces es un desafío levantarse, desplazarse, interactuar con otros, tomar locomoción, acceder a la información visual o auditiva, entre numerosos otros ejemplos, por lo que seguir avanzando hacia una sociedad más inclusiva es fundamental para que todos y todas seamos parte sin distinciones.
De este modo la universidad juega un rol relevante en la formación de profesionales dispuestos a servir y construir una sociedad más justa, desarrollada y solidaria, elementos que se encuentran en el sello identitario de la Universidad católica de Temuco, la cual ha trabajado por la inclusión desde hace ya 2 décadas.
Es en el año 2004 cuando la UCT inicia con la semilla de la inclusión, poniendo el tema sobre la mesa, comenzando a identificar qué estudiantes tenían algún tipo de discapacidad y creando redes interesadas en la temática, que sirvieran de apoyo cuando aún no existía la normativa actual que sustentara procesos de inclusión, y cuando la discapacidad no se consideraba en la toma de decisiones.
Con el paso del tiempo se logró implementar un pequeño rincón con un par de tecnologías de apoyo para este estudiantado, espacio que fue creciendo y convirtiéndose en el año 2013 en el Centro de Recursos Tecnológicos Inclusivos (CERETI), el cual hoy en día acompaña a más de 200 estudiantes, posee 6 profesionales y tiene sus propias dependencias, las que cuentan con oficinas para sus profesionales, cubículos de atención, salas de reuniones y talleres, espacio de estudio, sala de terapia ocupacional y de autorregulación, para brindar a los y las estudiantes con discapacidad y del espectro autista, los acompañamientos pedagógicos, psicológicos, fonoaudiológicos y ocupacionales necesarios para equiparar sus oportunidades.
De esta manera la UCT se ha convertido en una institución fuertemente comprometida con el acceso inclusivo y el acompañamiento integral de sus estudiantes, siendo un referente nacional en estas temáticas, contando por ejemplo con su propia resolución que señala la obligatoriedad de la implementación de ajustes razonables, indicando deberes y derechos de todos los involucrados.
En este camino hacia la inclusión, durante el 2024 y 2025, la universidad se encuentra desarrollando un proyecto financiado por el Servicio nacional de la discapacidad (SENADIS), el cual nos permiten dar pasos concretos para construir entornos más accesibles y justos, fortaleciendo las capacidades institucionales para brindar una mejor experiencia educativa y social a estudiantes del espectro autista. En esta iniciativa podemos destacar la capacitación a docentes, funcionarios y la comunidad universitaria en general; además de implementar espacios y acciones que permitan prevenir y enfrentar desregulaciones.
Este proyecto tiene la fortaleza de involucrar a toda la comunidad universitaria, y lo más importante, es que ha abierto espacios de participación de los y las estudiantes del espectro autista, quienes son parte de la toma de decisiones de las diversas acciones que se están ejecutando.
Como Directora de CERETI y como persona con discapacidad estoy convencida que una universidad inclusiva no es solo una meta: es un compromiso constante. Es avanzar hacia una comunidad universitaria donde todas las personas puedan aprender, crecer y construir su futuro en igualdad de condiciones.