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Columna 27 agosto 2024

Los desafíos actuales de la Comunidad de la Facultad de Educación

La tradición de la Facultad de Educación se remonta a los inicios de la Universidad Católica de Temuco, a través de los denominados cursos universitarios. Posteriormente de la mano de la sede regional con respaldo de la Pontificia Universidad Católica de Chile pudo brindar desde 1971, formación pedagógica hasta 1990, fecha en que nuestra universidad se declara autónoma y nuestra Facultad ofrece una oferta propia de pedagogías; manteniendo como sello eje, la formación basada en los principios del humanismo cristiano.

Actualmente nuestra Facultad se sitúa entre las más grandes y complejas a nivel nacional, cualidad heredada de su composición con una recientemente renovada estructura organizativa, que proyecta responder a los desafíos actuales de la formación inicial docente, la investigación, la formación de capital humano avanzado siempre con un compromiso férreo a las necesidades del medio.

La oferta formativa de nuestra facultad se compone de quince programas de pregrado abordando prácticamente todas las áreas disciplinarias del currículum escolar y niveles de escolarización. Se destaca además en los programas formativos el reconocimiento de aprendizajes previos en los docentes en formación, provenientes ya sea de la formación técnica o licenciaturas.

Por su parte, desarrollo del posgrado no ha estado alejado del compromiso de la Facultad. En la década del 2000, se inicia la primera oferta de magíster en el ámbito de gestión escolar, actualmente con diecinueve versiones y graduados representantes de nuestro sello, formación y conocimiento, en cientos de centros educativos del país. Se suma hace una década el Doctorado en Educación en Consorcio, esfuerzo mancomunado de académicos investigadores de nuestra facultad en las líneas Educación e Interculturalidad, y Formación docente y aprendizaje, como también al desarrollo académico, científico y profesional en las ciencias de la educación.

Le siguen los magísteres en Educación, y también de didáctica del Inglés en Educación Parvularia y Educación Básica, que terminan de completar la oferta formativa y el sentido de nuestra comunidad para fortalecer el desarrollo y trayectorias de los profesionales de la educación, que han escogido nuestra facultad para seguir avanzando.

Nuestra facultad en la búsqueda de la verdad y la sabiduría para formar, no ha olvidado y destaca aquellos valores, principios, habilidades y competencias, que deben regidoras de nuestra labor como son: la empatía con los demás; la escucha activa de nuestra comunidad Facultad de Educación; la colaboración o cooperación para el aprendizaje de nosotros mismos como personas y profesionales, e igualmente la colaboración o cooperación para el aprendizaje de los demás; la comunicación apropiada traducida en el uso efectivo de habilidades sociales; la reflexión y aprendizaje permanente de manera individual y grupal, que nos llevará a evaluar procesos de manera continua y tomar decisiones en función de nuestros propósitos y necesidades; y el cultivar la crítica constructiva a partir de la reflexión permanente, con un significado profundamente vinculado al humanismo cristiano, al ser y quehacer promulgado por nuestra universidad Católica, que nos lleva a remirar la mejora continua en todos los ámbitos de nuestra práctica.

Como plantea el Papa Francisco, las universidades católicas tenemos un llamado importante; en primer lugar a cultivar el humanismo como principio de identidad, el humanismo que permite comprender y fomentar los valores humanistas y cristianos, en nuestro caso de la formación de profesores, y que estos valores deben respetarse al igual que el cultivo de la colaboración para fortalecer el sistema universitario, en tiempos donde la fragmentación o el individualismo son prácticas cotidianas de la sociedad actual. Las universidades católicas y nosotros como facultad de educación, debemos estar guiados por la búsqueda de la verdad, lo cual se nutrirá a partir de la generación de conocimiento en comunidad, para avanzar en esta tarea tan noble de educar y formar con amor, con paciencia y con expectativas a los jóvenes que serán los motores de cambio del mañana.

En resumen, todo ello nos permitirá seguir aprendiendo como Comunidad de la Facultad de Educación, como líderes pedagógicos, como comunidades de aprendizaje, denominados departamentos y carreras y/o programas de posgrado; sobre la base de los aportes cada uno de los miembros de esta Facultad bajo principios de democracia, equidad y respeto por el prójimo.